El pontifice, representante del Dios católico en la tierra, y referente moral no solo para los creyentes, sino para una buena parte de la población de otras confesiones o simplemente para no creyentes relativamente cercanos al cristianismo católico, ha cumplido con el ritual que inició el papa polaco Carol Wojtyla, Juan Pablo II. Una visita que convirtió en costumbre el siguiente papa, hoy emérito, Benedicto XVI, alemán. En ambos, su origen nacional daba un sentido especial a su visita. Sin embargo, Francisco no ha querido que esta visita se acabara con su papado y ha tomado rumbo a Auschwitz, entrando en el campo completamente solo bajo el cínico lema nacional socialista “Arbeit mach frei”, el trabajo os hará libres. No ha pronunciado una sola palabra y ha elegido el libro de honor de las visitas para dejar su testimonio escribiendo “Señor, ten piedad de tu pueblo. Señor, perdón por tanta crueldad”.
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